lunes, 29 de junio de 2009

Al Sol de la Sombra

"Siempre he sostenido que en esto de recomenzar siempre se puede empezar de nuevo. Apagar en un momento el ordenador de la vida, y picar la tecla de reiniciar. De saber donde uno se equivocó, e intentar al menos equivocarse a lo mejor de nuevo, pero de otra manera. Sin por supuesto descartar acertar, ....la sombra en donde nace el viento ataca de nuevo". Destaco esta frase del 5x1 que esta semana nos deja nuestro Soñador Soñado de Ensueño.
A esto que dice nuestro Soñador voy a añadir algunas aportaciones, localizadas intencionadamente en Internet, que creo ampliarán la visión que se quiere plasmar, por parte de nuestro Paco Martín, a través de su artículo en el diario digital Extremadura al día que esta semana titula "La soga y la droga".

En la trilogía de las divinidades hindúes Brahma-Vishnú-Shiva, corresponde a Shiva el papel de destructor, por lo que representa la fuerza antagónica de Brahma, el constructor. Esta representación pretende facilitar al individuo el reconocimiento de la necesaria alternancia de las fuerzas.

De Buda se cuenta que cuando un joven acudió a él con la súplica de que lo aceptara como discípulo, Buda le preguntó: "¿Has robado alguna vez?" El joven le respondió: "Nunca." Buda dijo entonces: "Pues ve a robar y cuando hayas aprendido, vuelve."

Vishnú es un dios hindú. El nombre Vishnú significa "omnipresente" en alguna forma de sánscrito antiguo.

Vishnú forma parte de la Trimurti ("tres formas"): Brahma (el Creador, crea mediante la pasión), Vishnú (el Preservador, preserva a través de la bondad) y Shiva (el Destructor, destruye toda ignorancia; pues Shiva es el señor del Tandava, la danza universal en la que baila la creación y destrucción del mundo, pisoteando al enano de la ignorancia humana).

Según el Padma Puraná, Vishnú es el dios principal de la Trimurti, es decir, él es el creador, preservador y el destructor del universo: cuando Vishnú decidió crear el Universo se dividió a sí mismo en tres partes. Para crear dio su parte derecha, dando lugar al dios Brahma. Para proteger dio su parte izquierda, originando a Vishnú (es decir, a sí mismo) y por último, para destruir dividió en dos partes su mitad, dando lugar a Shiva.

Shiva sostiene en una de sus cuatro manos un tri-shúla o tridente (también llamado Pinaka). Los shivaístas creen que denota su combinación de los tres atributos de Creador, Destructor y Regenerador.

Interesante resulta que la parte destinada a destruir también cree y regenere. Por otra parte es curioso que en Grecia a las Furias se las terminara también llamando Euménides, "las Gracias".

Algún día nos daremos cuenta y valoraremos esa necesaria furia que encierran las contradicciones a la que la vida nos avoca, esa necesidad de destruir la ignorancia que muchas veces se viste de sabiduría y que no es más que "maya" (ilusión); esa necesidad de terminar regenerándolo todo entre todos.

El versículo 22 del Shinjinmei, el más antiguo y sin duda más importante texto del budismo Zen, dice así: "Si queda en nosotros la más mínima idea de la verdad y el error, nuestro espíritu sucumbirá en la confusión." La duda que divide las polaridades en elementos opuestos es el mal, pero es necesario pasar por ella para llegar a la convicción. Para ejercitar nuestro discernimiento, necesitamos siempre dos polos pero no debemos quedarnos atascados en su antagonismo, sino utilizar su tensión como impulso y energía en nuestra búsqueda de la unidad. El ser humano es pecador, es culpable, pero precisamente esta culpa lo distingue, ya que es prenda de su libertad.


Esto pertenece al blog del compañero Javier Caso Iglesias. Blog llamado Pasión por la dialéctica.

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